Sinfonía incompleta de Schubert

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Se establece así una problemática desde el principio. ¿Hay que considerar la Sinfonía Incompleta como una sinfonía independiente o como sólo un fragmento?

La Sinfonía en Sim, o para ser más exactos, los dos movimientos – Allegro y Andante (además del borrador de un scherzo) fueron compuestos por Schubert en 1822. En 1823 Schubert envió la partitura manuscrita a Graz. Cuando Schubert envió la partitura a Graz ¿la consideraba sólo una muestra de su arte compositivo o como una obra terminada, lista para estrenar?.

Hasta 1865, una generación después de su muerte, no se hizo pública esta composición, que se publicó en 1867 bajo el título “Dos movimientos de la sinfonía inacabada en Sim” de Franz Schubert.

Son dos las tesis posibles ante este singular hecho de dejar inacabada una obra a pesar de contar con años de vida suficientes para concluirla. Una de la tesis defiende que cuando Schubert finalizó los dos movimientos conocidos, quedó tan satisfecho del equilibrio de estas dos únicas partes que la abandonó. La otra se centra en los problemas de salud que destrozan a Schubert en los últimos años de su vida.

La cuestión no tiene fácil respuesta. Actualmente se tiende a rechazar la hipótesis de que la sinfonía fuera concebida inicialmente para dos movimientos, puesto que en un momento en que la Sinfonía presentaba una estructura tan rígida, con los cuatro movimientos articulados en una sucesión inamovible, no era posible una trasgresión de esta índole.

Para personalidades como Brahms, los dos movimientos constituían una música soberbia, pero no los consideraba una sinfonía íntegra. La historia, en su concepción típicamente romántica le ha atribuido dignidad estética a los fragmentos. En esto estamos de acuerdo, y es que desde su primera audición, celebrada 37 años después de la muerte de Schubert, nadie ha discutido la enorme belleza de los movimientos completados. En ellos quedan evidentes en grado sumo la enorme maestría orquestal que Schubert había adquirido tras sus ingentes esbozos y la vena melódica que le caracterizó.

La obra se distingue por su misterio y su patetismo, como demuestran primero los acallados violonchelos y bajos en su sombrío comienzo, y después las cuerdas vibrantes, sobre las cuales el oboe y el clarinete vierten su tema en un extraño unísono. Posteriormente se desarrolla un “argumento sinfónico” más usual, de tipo beethoveniano. Estamos ante lo que potencialmente podía ser una gran obra, entonces, ¿qué le llevó a Schubert a apartarse de su conclusión?

La tesis de su enfermedad toma cuerpo cuando a finales de 1822 la vida de Schubert sufrió un revés. Hay evidencias de que a veces visitaba prostitutas, contrayendo finalmente la sífilis. El tratamiento continuado con mercurio, que era el tratamiento común para este tipo de enfermedades supuso la caída del cabello para Schubert. Pero la cura no fue total. Schubert escribió en su diario “mis creaciones nacen del discernimiento entre la música y mi dolor “. En “Mein Traum” (Mi sueño), escrita en 1822 escribe: “Si quería cantar al amor, se convertía en dolor, y si quería cantar al dolor, se convertía en amor”. La música, tras el lúgubre y vacilante comienzo suene el lírico segundo tema, tras el cual experimentamos abruptas irrupciones así como momentos brillantes.

La enfermedad avanzó con rapidez y fue de sífilis (no de tifus o fiebre tifoidea, como dicen algunos libros) de lo que murió. Quiero hacer hincapié en la cruenta enfermedad porque durante su lucha contra esta, Schubert compuso muy por debajo de sus posibilidades. El 31 de marzo de 1824 escribió una carta a su amigo Leopold Kupelweiser en la que evidenciaba con claridad la profunda depresión que su estado debía causarle: ” Me siento el hombre más infeliz y desdichado de este mundo. Creo que nunca volveré a estar bien otra vez, y todo lo que hago para intentar una mejora de mis situación, la empeora”

Realmente ninguna de las tesis está en plena posesión de la verdad. Tal vez, en aquel momento no necesitara una sinfonía, y más tarde no pudo recuperar su mundo expresivo. Es muy probable que diera el manuscrito a sus amigos los hermanos Hüttenbrenner en 1823, permaneciendo en posesión de Anselm hasta 1865, traspapelada entre un montón de documentos. Nos causa escalofrío pensar que, un día de invierno, alguien hubiera usado ese fajo de papeles para encender la estufa. Una obra genial hubiera sido reducida a mero medio para solucionar un problema pasajero y se hubiera perdido para siempre. Finalmente la obre fue finalmente entregada a Johann Herbeck, el director que la representó en Viena.

Yo me decanto por la tesis que se centra en los problemas de salud. En mi opinión, su enfermedad y su cruento tratamiento, dieron al traste con una serie de investigaciones en el terreno sinfónico que había iniciado con la “Sinfonía Incompleta”, faltándole fuerzas y ganas para determinar su conclusión, pero esto es sólo una opinión.

Referencias discográficas: Sinfonía nº8 Incompleta.

**** W. Furtwängler. Filarmónica de Viena (1952) (Obertura Rosamunda; Sinfonía nº 40 de Mozart) EMI Références.
**** W. Furtwängler. Filarmónica de Berlín (Sinfonía nº3 de Brahms). Deutsche Grammophon Dokumente.
*** B. Walter. Filarmónica de Nueva York (Sinfonía nº 5, Leonora, Beethoven). SONY Edición Bruno Walter.
*** C. Kleiber. Filarmónica de Viena (Sinfonía nº 3) Deutsche Grammophon.
** O. Kelemperer. Philharmonia (Sinfonía nº9). EMI.
** C.M. Giulini. Sinfónica de Chicago (Sinfonía nº9, Dvorák). Deutsche Grammophon.
* Claudio Abbado. Cámara de Europa (Gran dúo D 812). Deutsche Grammophon DDD.

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