Uno de los grandes guitarristas que si bien técnicamente no es el mejor, ni el más rápido, sí ha encandilado a muchos por sus riffs y su “feelin´” a la hora de tocar, y que ha sabido mantenerse en la palestra pese a algunas rachas que bien deberíamos olvidar, señoras y señores, este es Eric Clapton.
“Mano lenta” nace en Ripley, el 30 de marzo de 1945, sus primeras andanzas musicales le llevarían a estudiar en la escuela de arte de Kingston, aunque si bien su primera formación como tal sería The Roosters, en 1963, donde se decantaba ya por el rhythm & blues y algo de rock cincuentero. Algo ya chocante para provenir de la escena inglesa que corría en ese tiempo, y que se agrupaban en torno al fenómeno Beatles, aunque después le seguirían muchos otros.
Pero no sería hasta la entrada en los famosos Yardbirds donde conocería la fama y donde destacaría por la forma de interpretar el blues. Cuando dejó esta banda, fue sustituido por el mítico Jeff Beck al frente de esta, músico que en ningún momento dejó el listón por los suelos y que si bien no era Clapton, siguió su propia senda de éxitos.
En ese tiempo, nuestro personaje grabó con una mítica banda de rhytm & blues, la John Mayall & The Bluesbreakers, lo que nos dejó un excelente un excelente disco; el cual le calputaría a su banda más conocida, Cream, junto con los geniales Ginger Baker y Jack Bruce. En esa época, quizá la más grande para Clapton, sus directos eran abrumadores, no sólo por las improvisaciones “bluseras”, sino por lo que llegó a influenciar a las bandas de rock y heavy que llegarían una década después.
Clapton dejó de ser un guitarrista adorado para convertirse en un dios, como así le llamaban los fans. Aunque poco le duró, porque apareció otro genio, a la vez admirado y odiado por él, esto es, Jimi Hendrix.
Un rasgo particular de Eric Clapton, es que jamás se apegó a una guitarra en concreto, y eso le valió el hecho de poder profundizar y experementar en su propia técnica y en la de otros, como la del malogrado Hendrix. Así le podemos ver con su Stratocaster, Les Paul o 335, siempre enchufado al Marshall, al cual le era capaz de sacar el blues más melodioso y suave, o el riff desgarrador propio de otras décadas posteriores.
Su técnica se basa principalmente en unos riffs y escalas pentatónicas y de blues (aunque usa también otros modos como el mixolidio) tocadas con mucha limpieza y con mucho “feelin´”, y como no, de haberse impregnado de sus contemporáneos, como Hendrix, Beck, George Benson… Se defiende igual de bien con la guitarra eléctrica que con la acústica, y su gran fama viene sobre todo de sus largas pero fántasticas improvisaciones.
A los Cream les seguirían otras bandas como Blind Faith o Derek and the Dominos, donde grabaría la mítica “Layla”. Pero eso fue el comienzo del fin, el abandono de su meteórica carrera, su coqueteo con la heroína y demás drogas, que por otra parte fue algo habitual para los músicos de esa época.
Reapareció como el fénix de sus cenizas, en un concierto en el mítico teatro Rainbow londinense en 1973, pero esta vez en solitario, sin bandas. Dedicando más tiempo al estudio y a la producción, y a dejarse ver más con otros músicos, y dando a luz temas como Slowhand o 461 Ocean Boulevard.
Ya en los 80 intentó adaptarse a los tiempos que corrían, y tonteó con lo que se llevaba en esos días, los nuevos sintetizadores digitales y el techno, dando como lugar a discos aberrantes, incluso de los que sigue renegando hoy en día, y de los que le molesta hablar.
¿Acaso Clapton iba a convertirse en un otra malograda vieja gloria arrastrándose por los escenarios de medio mundo, tocando sus temas que lellevaron a la fama? Pues sí, eso parecía, y sino fue así, es por una moda que le sirvió como flotador donde agarrarse, estamos hablando del Unplugged de la MTV, inmediatamente, un montón de gente le redescrubió y otros oyeron hablar de él por primera vez, sobre todo la nueva generación de guitarristas que se aburrían con el “grunge” de los noventa.
Ahora se pasea de nuevo, no como una vieja gloria, sino como un compositor vivo, se deja ver muy bien acompañado por los grandes del blues, como BB King.
Creo que parte de su éxito le viene por su honestidad en la composición y su simplicidad, que no simpleza, o lo que es lo mismo, letra—estribillo—letra… y algún que otro puente o cambio raro. ¿La tonalidad que elige? Pues la más blusera, la de toda la vida, la de Mi, La, Re o Do, aderezado con quintas y séptimas menores, puro blues y rock. La gracia esté en el estilo, el saber estar, y el gusto tocando, lento pero seguro, adornando con bedings y ligados, nada del otro mundo me diréis, pero que hasta ahora pocos han logrado hacer.
Para terminar, alguien dijo, que para ser bluesman y tocar como tal, debías haber sufrido mucho en esta vida para poder expresarlo con una guitarra, la vida de Eric Clapton, aunque no he querido hacer mención en este artículo, ha estado salpicada por infidelidades, alcohol, depresiones, y hasta la muerte de un hijo, al cual dedicó “Tears in Heaven”, realmente este gran guitarrista es un auténtico bluesman.