El sonido del cencerro

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Entre la diversidad de términos distinguiremos claramente tres sonidos, perceptibles en el resto de denominaciones, sobre los que en definitiva se construyeron originariamente los nombres de los distintos cencerros. Este trío musical no se escucha exclusivamente en algunos valles, sino que suena a lo ancho y largo de los Pirineos, de este a oeste. La riqueza musical, variada y magnífica, de los nombres de los cencerros, traduce vívidamente la intensidad y el cuerpo de sus timbres.

Cencerros de bronce pesados y panzudos

De los cencerros de bronce pesados y panzudos, que constituyen la enseña de los animales de guía, escapa un sonido profundo y sordo: pómba, zumbo, zumba, dunba, dunbu, tunba, tumba, zumba, púmbo o el repicar profundo que resuena borromba, barromba, burúmbu, bourroumbe, bulunba, gulunba, xonga; representado al repique profundo por un lado trúk, trúko, trúka, trunka, por el otro esclopó. Esklafún y lenguadoc, esclapa, clapo alcanza ya una nota más alta que volveremos a oir en otros cencerros. Sólo ocasionalmente ha conservado este cencerro, llamativo asimismo por la forma, una denominación acorde con su figura: puchero.

En el marco de la estrecha interconexión existente entre los nombres de cencerro a un lado y otro de la cordillera no separaremos el trúk del lado español del trük del lado francés, interpretando el primero como onomatopeya y el segundo como de origen gótico. Quizás el término fuera tomado de España. A ello apunta la difusión del término, que no parece presentarse fuera de la zona fronteriza.

Cencerro rechoncho

El sonido más duro del cencerro rechoncho, con una resonancia más débil, se distingue claramente del sonido sordo de pumbos y burúmbos: taláka, kalaka, kalaska reproducen muy bien el efecto de este “cencerro de sonido poco sonoro”; batéra en el Alto Aragón y metau, metal confirman esta impresión: mientras que el primero subraya la corta duración de la nota, el segundo subraya la frialdad del sonido metálico. Aquí, ciertamente, podemos también colocar el vasc. Arran “cencerro”, que también se refiere a la cítola del molino, representada asimismo por numerosas onomatopeyas, y al cual se une posiblemente también ranguet “picarol o esquella” Ponsella presente aisladamente en catalán.

Cencerros pequeños

Por último, el repique alegre de los cencerros pequeños y muy pequeños, que resuena siempre en las distintas denominaciones y que suena diáfono en nuestro oído: el campanilleo claro de la trinkóla, trinkoléta, tringóla, de la chingole y la chinbole, de la tríngola y dríngoles, de la tinderél’a, tinterella y dindarél, de la txintxa, txintxila, tsintsin, tsintsirrin y tsilin, silintxa, y el repique más festivo de pikárdes, pikaróls, pikaroléts, pikétes, extendidos por todo el Pirineo y pertenecientes a una gran familia, que tienen también en el bearnés cricalh y, ciertamente, en el aragonés garapíto, lo mismo que en el simbúl y el cimboulet de los Pirineos franceses, a parientes lejanos.

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